domingo, 29 de abril de 2018

El Código en el tejido de Punto II




Otra vez aquí, como os hablaba en mi anterior post, el código en el tejido de Punto, durante las dos Guerras mundiales, fue utilizado como espionaje…

Otra de las mujeres que usó el tricotado para ello, fue Elizabeth Bentley, (1908- 1963) una estadounidense que espió a la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial y más tarde se convirtió en informante mediante sus tejidos de punto, en los que transcribió información sobre los incipientes planes para las bombas B-“9 e información sobre la creación de aviones.


 Elizabeth Bentley

Sin embargo, al finalizar tanto la I Guerra Mundial como la Segunda, los gobiernos deseaban que las mujeres recuperarán sus tradicionales “roles” de abnegadas madres y esposas. A cambio, en los años que siguieron a la I Guerra Mundial, las mujeres obtuvieron el derecho al voto en la mayoría de los países desarrollados. Claro que los gobiernos las obligaron a abandonar sus empleos y volver a sus hogares con el objeto de que hubiese trabajo para los soldados que volvían a reintegrarse a la vida civil, algo que no sentó bien y por lo que las mujeres protestaron activamente hasta el punto de que la prensa de la época las describe como “malas mujeres que no querían devolver sus empleos a los héroes de guerra” como veis, machismo puro y duro, vejación  y utilización y cuando no haces falta pues “ a tus labores, Mari”.



Su libertad política suponía una amenaza para la restitución de la “normalidad” así que los distintos gobiernos tomaron medidas para devolverlas al hogar, entre ellas promocionar el trágico final de muchas mujeres espías, cuyas violentas muertes se convirtieron en una especie de culto macabro que pretendía disuadir a las mujeres de espíritu libre de seguir “jugando” a ser independientes.
Muy del estilo medieval, sin duda alguna…



Uno de los casos que se mitificaron fue el de la espía Edith Cavell, cuya fama se debe menos a sus acciones reales que a las circunstancias de su muerte, y a cómo fueron aprovechadas por la propaganda de los “Aliados”. Cavell, inglesa residente en Bélgica permaneció en la Bruselas ocupada por los alemanes, proveyendo de escondite a los soldados aliados y ayudando a más de 200 de ellos a escapar hacia la neutral Holanda. Los alemanes descubrieron sus acciones en 1915 y la acusaron de espionaje y colaboración con el enemigo. Tras su arresto, ella confesó los delitos que se le imputaron, fue sentenciada a muerte y fusilada…Igual que Mata Hari, pero sin tanto glamour.

Edith Cavell
Los Aliados, rescataron su historia, (Que no a ella) y la convirtieron rápidamente en material de propaganda; una muestra de las atrocidades cometidas por los bárbaros alemanes. Y funcionó claro, como otras tantas historias propagandísticas… a si, la indignación estalló no sólo en Reino Unido, sino también en Francia y al otro lado del Atlántico. Se erigieron monumentos en su honor y hasta se bautizó una montaña en Canadá con su nombre. Sin embargo cabe recordar que por esos mismos días los franceses fusilaron a una enfermera alemana por ayudar a sus compatriotas a escapar de Francia y que el MI5 (Agencia de Inteligencia Británica) reveló que en efecto Cavell estaba espiando para los ingleses, por lo que las acusaciones de los alemanes resultaron ser ciertas. Algo, que tras la Guerra también se aprovechó para disuadir a las mujeres de “Jugar a la guerra y tomar decisiones propias en el futuro”… cambiaron el “Que viene el coco” por el “que vienen los alemanes, los rojos, o los que fuesen, para meter a las mujeres en casita, no salir, no trabajar, no opinar y convertirse en “criadas para todo”… 




Así es como en el imaginario colectivo se olvidó la figura de las espías tejedoras y se redujo el papel de las mujeres espías a mártires como Cavell o a seductoras como Mata Hari, a la que se le han atribuido calificativos como el de fría, egoísta, vengativa o capaz de provocar una atracción a los hombres prácticamente demoníaca. Es decir, seres erotizados y sin escrúpulos que por lo general no han estado muy bien vistos pues se han vinculado tradicionalmente al estereotipo de mujeres como seres de los que no te puedes fiar y que usan el sexo para conseguir cualquier propósito… Pobrecitos hombres, que penita me dan.


Pero, tal y como os he hablado, los distintos mitos de las mujeres espías no atienden a la realidad de tantas mujeres que pusieron en peligro su vida, y a veces la perdieron, sino que no de de ser la expresión de un miedo social extendido que ayudaba a dar una explicación a la naturaleza, en principio inexplicable, de los horrores de las dos Guerras Mundiales, y, ya de paso, nos dejaban de nuevo a las mujeres bien guardaditas en casa, tejiendo bufandas, sin nudos extraños.
Aunque la próxima vez, que estés en una sala de espera, un terminal de autobús, un parque y veas a una mujer de cualquier edad tejiendo, pregúntate, si estará espiando o simplemente es porqué adora tejer y no puede estar como decía mi madre “mano sobre mano”… gracias por seguirme, y gracias por vuestros comentarios, nos vemos pronto con más historias sobre tejidos, patchwork, crochet y todo lo que la imaginación nos prometa… Besotes!!!

viernes, 13 de abril de 2018

El Código en el tejido de Punto…



Hola Chicas, como lleváis este mes de abril, tan inusualmente lluvioso??? Muchas seguramente estaréis con vuestras labores ya sean de Patchwork, Crochet, o Punto…
Las que me conocéis sabéis mi empeño en indagar en la historia de todo aquello que me apasiona en la vida, y una de las cosas que a veces hago es ponerme con un par de agujas y tejer, mayormente nunca hago nada relevante, solamente que el sonido constante de las agujas chocando, tiene un extraño efecto sedante que me relaja.
A lo largo de la historia, en su mayoría las mujeres siempre han tejido de uno o de otro modo, gorros, bufandas, calcetines, mitones, mantas, ropa de bebé, etc.… últimamente como todo vuelve, han vuelto las “tejedoras” y “tejedores” pues aunque pueda parecer raro, hubo muchos hombres que tejieron y aún lo hacen.
Hoy quiero empezar por una historia que he encontrado hace poco y me ha conmovido especialmente y quiero haceros participe de ella, si es que no la conocéis ya.


Cuando leemos o vemos en el cine o por TV, historias de mujeres espías, siempre suelen ser el arquetipo de la “femme fatale” una especie de  Mata Hari, usando sus encantos y habilidades sexuales para obtener la información deseada, guapísimas, esculturales, con acento provocador, y que manejan  todo tipo de recursos y artilugios para sus tramas de espionaje.
Pero, lo cierto es que la mayoría de mujeres espías que participaron en las dos Guerra Mundiales, no encajan, ni de lejos en ese modelo ideal.

La verdad es que hubo mujeres, que con una apariencia totalmente anodina, conocieron y desarrollaron durante el tiempo de guerra un lenguaje en código a través de las posiciones de sus agujas de tejer. Mujeres ancianas tejiendo en lugares de escucha y codificando las misiones a través de sus puntadas, mujeres que escribían mensajes ocultos en los nudos del punto. Esta es una historia del idilio poco conocido entre el punto y el espionaje.

El arte de recopilar información en el tejido no es algo nuevo. Ya los Incas desarrollaron los Quipus (conjuntos de nudos de colores) como instrumento nemotécnico utilizado para la comunicación y también como un registro de expedientes de los gobernantes. Los Quipus consistían en uniones de cordones en forma de cadenas de distintos colores y con adornos como plumas y huesos, donde cada nudo situado en determinado lugar tenía un significado o mensaje distinto. Desafortunadamente, los pocos que aún se conservan aún no han sido descifrados por lo que se desconoce la información que realmente contienen.


Por lo general, las mujeres espías en territorios ocupados durante la I Guerra Mundial fueron contratadas para peligrosas tareas como conseguir información de los alemanes que ocupaban sus pueblos, cifrarlas y transmitirlas así como organizar redes clandestinas porque sus movimientos despertaban menos sospechas que los de sus colegas masculinos. Uno de los servicios de inteligencia más destacados fue “La Dame Blanche”, principal organización de resistencia en Bélgica cuyo personal era en gran parte femenino, y era reclutado sin tener en cuenta la clase social, o la edad (incluían tercera edad y menores).
Marthe Cnockaert Espía Belga 1914

Debido a que a las mujeres se las animaba a tejer calcetines, gorros y pasamontañas para los soldados durante los conflictos bélicos, como la Guerra Civil Americana, y las Guerras Mundiales, el trabajo de tejedora era una tapadera fácilmente utilizable para las mujeres espías.
En el libro Writing Secret Codes and Sending Hidden Messages, (Escribir códigos secretos y enviar mensajes ocultos). Sus autores aseguran que después de que el código Morse fuera inventado, (1830), pronto se dieron cuenta de que la cuerda y el hilo se adaptan bien a este código en el que un nudo de lazo ordinario equivaldría a un punto y un nudo en forma de ocho a un guión.
 
Portada de la revista LIFE noviembre 1941.
De esta manera y a pesar de no poseer apenas recursos ni tecnología, el uso del tejido fue un soporte ideal, ya que cada prenda de punto está realizada de diferentes combinaciones de sólo dos puntos; una puntada lisa parecida a una “v”, y una puntada similar a una línea horizontal. Así, al hacer una combinación específica de tejidos de punto y púas en un patrón predeterminado, las espías podrían pasar un pedazo de tejido personalizado y leer el mensaje secreto inserto en cualquier prenda (bufandas, gorros, calcetines).
Pero el arte del punto y el espionaje no es algo único de la I Guerra Mundial. En muchos casos, el hecho de ser una tejedora, incluso si no realizaba telas codificadas, era suficiente para reunir información, y esta tradición continuó décadas después durante la Segunda Guerra Mundial.

En Bélgica se contrataban mujeres para tejer en los andenes, y avisar con sus tejidos del paso de las tropas por dichas vías. Esto condujo a la prohibición de la Oficina de Censura de patrones de tricotado, pues el tejido usado por la Resistencia Belga, durante el conflicto bélico, incluía el lanzamiento de una puntada con forma de agujero por cada tren que pasaba ayudando así a dicha resistencia a seguir la logística de sus enemigos.
Estas mujeres comunes haciendo cosas cotidianas, constituyeron una gran ayuda a los agentes de Inteligencia Secreta… Una de ellas Fue Madame Levengle, una mujer que se sentaba frente a su ventana tejiendo, mientras que con sus talones iba golpeando el suelo para mandar señales a los niños que se encontraban el la habitación de abajo, sus hijos fingiendo hacer los deberes, anotaban los códigos que les trasmitía su madre mientras que un mariscal alemán se quedaba en su casa.
En un tiempo en el que cualquiera vecino o amigo podía delatarte, las mujeres emplearon su inteligencia y astucia para simular que continuaban con sus vidas cotidianas, al mismo tiempo que comunicaban sus mensajes secretos con la esperanza de poner fin a la guerra.


Otra de aquellas heroínas fue Phyllis Latour Doyle, agente secreto de Gran Bretaña, pasó años de contienda recopilando información en sus prendas de punto. Doyle se lanzó en paracaídas sobre Normandía, ocupada por los nazis en 1944 y se hizo pasar por una vendedora de jabón francesa, ofreciendo su mercancía a los soldados alemanes. Así sus madejas fueron poco a poco llenándose de secretos anudados que después se descifrarían con Morse.
Doyle secretamente transmitió 135 mensajes codificados a los militares británicos antes de la liberación de Francia. Se trataba de una valiosa información sobre las posiciones de tropas, que se utilizó para ayudar a las fuerzas aliadas a prepararse para el desembarco de Normandía el día D, y durante la campaña militar posterior. Durante setenta años, sus contribuciones al esfuerzo bélico habían sido prácticamente ignoradas, a sido por fin, tras pasar los 93 años, que se le reconoció con el galardón de la  más alta distinción en Francia el Chevalier de la Legión de Honor.



Para las personas no versadas en el arte del punto, los patrones de los tejidos pueden parecer indescifrables, lo que para muchos de los responsables encargados de averiguar si un tejido contenía un mensaje o no, esta misión llegaba a desatar la paranoia con especular de lo que los patrones podrían significar…

Durante la 2 ª Guerra Mundial, la reina Isabel, la Reina Madre, celebró sesiones semanales de grupo de tejer en el Salón Azul del Palacio de Buckingham para aumentar la moral.
Hitler se refirió a ella como la mujer más peligrosa de Europa. ( The Fabric of Britain de la BBC )



Y aquí lo dejo por hoy, esta historia continuará, con más protagonistas… un abrazo para todas, gracias por estar a mi lado y espero que vuestras manos no paren nunca de tejer, coser, crucetear y crear…